tomado de la página web de radio netherlands
GUATEMALA: IRREPARABLE DAÑO A LA DEMOCRACIA
Gustavo Porras Castejón
Las impactantes acusaciones realizadas por el abogado Rodrigo Rosenberg a través de un video y un documento escrito, han creado la mayor crisis política de Guatemala en 23 años de democracia. Sin embargo, la interpretación de los hechos está lejos de ser unánime. Mientras unos asumen como una verdad incontrovertible lo declarado por el abogado asesinado, otros se hacen un conjunto de interrogantes acerca del contexto y las circunstancias que rodean este hecho terrible. Mientras unos exigen la renuncia del Presidente, otros interpretan esas demandas como una conjura que, entre otras cosas, llevaría a suprimir los programas sociales de la esposa del Presidente, los cuales constituyen sin duda un capital político de peso.
Mientras todo esto ocurre, dos cosas parecen evidentes: una, que sea cual fuere el desenlace del asunto, el daño causado al país – no sólo al contrincante – es irreparable; la otra, que por la naturaleza del hecho es muy probable que no se pueda esclarecer por completo, o que los resultados de la investigación y las sentencias judiciales – si se producen – no sean satisfactorias para todos. Es decir, la obra maestra para corroer a un sistema, y no solamente a un gobierno; para profundizar la división entre los guatemaltecos, y perpetuar el caos en que nadan las mafias como pez en el agua: para ello, nada mejor que las heridas que no sanan nunca.
Parte de las dudas que los hechos generan tiene que ver con el contexto en que ocurren, caracterizado por un marcado ascenso de la agresividad de determinados sectores en contra del régimen. Una sucesión de hechos, sumados a la hostilidad creciente de los principales medios escritos, hacen pensar a algunos que se trata de una campaña, como ha dicho el Presidente. Sin embargo, puede ser que no se trate de una “campaña orquestada”, y menos aún que esté involucrado en ella “el sector empresarial”, sino que, debajo de la confrontación sin fundamento creada por tirios y troyanos, se muevan los llamados poderes ocultos, o estructuras paralelas, sin duda dotados de los medios para implementar maniobras de inteligencia de nivel elevado.
La confrontación no tiene fundamento en cuestiones de fondo, de naturaleza económica, social y política. Esta hecha de errores grotescos, imprudencias y falta de oficio – por parte del gobierno – y está hecha también de lecturas paranoicas de lo que eso significa, de preocupaciones por la mala administración del Estado y, sobre todo, de prejuicios. Por supuesto – y esto sí es real – la confrontación está alimentada por la competencia y las ambiciones políticas, en unos casos legítimas y en otros no.
Algo que ha sorprendido a muchos y ha creado una especial irritación hacia la esposa del Presidente, ha sido su grandilocuencia o imprudencia verbal, presentando sus políticas sociales – importantes y significativas – como si se tratara de una especie de socialismo guatemalteco del siglo veintiuno; por el otro lado, el niño chillón y la nana que lo pellizca: el sector fundamentalista neoliberal de la burguesía guatemalteca y advenedizos que le acompañan, saltaron desde el principio con uñas y dientes invocando el manido argumento de que no hay que regalar pescado sino enseñar a pescar.
Sin embargo, la verdadera preocupación de estos sectores no ha sido sobre las consecuencias económicas o la transparencia de los programas sociales de doña Sandra de Colom, sino porque estos constituyen una base política no desdeñable. Y si el Presidente es sospechoso de “social – populismo” disfrazado, su esposa es vista y atacada con una virulencia que los psicólogos sociales deberían analizar. Sobre todo en la elite social, doña Sandra despierta un furor difícil de explicar: encarna a la plebeya igualada, imagen viviente de lo que más odia una burguesía con pretensiones aristocráticas.
No obstante, hay razones objetivas para el descontento con la actual administración. La principal, la terrible ineficiencia en el manejo del Estado, motivada por la carencia de un equipo y de un conductor, por una parte; y por la otra, por los despidos masivos efectuados en dependencias clave, y los cuales recayeron sobre personal eminentemente técnico. El gobierno tenía a su favor una oposición débil y desarticulada, y a lo largo de más de un año se ha encargado de fortalecerla y unirla en su contra, aunque esto todavía no haya ocurrido del todo.
La Presidencia como institución es percibida como un poder débil e ineficiente que constantemente genera incertidumbre, porque elude las decisiones o las que adopta no las cumple. Los círculos que rodean al Presidente dan la impresión de tener cada uno su propia agenda. El caballito de batalla de opositores y críticos de todos los colores, es el indudable papel político que desempeña doña Sandra, a quien se sindica como el verdadero poder. Pero quizá lo peor de todo sea que el Presidente no lo es por completo y su esposa tampoco, de manera que la función está parcialmente vacante.
Las circunstancias
El periodista Haroldo Shetemul, en su columna de 13 de mayo en Prensa Libre, refleja muy bien “algunos aspectos que dejan dudas... se sabe que la grabación (del video) fue hecha en la residencia de Mario David García, a quien el gobierno de Vinicio Cerezo señaló de estar involucrado en intentos golpistas en su contra… También llama la atención que quien distribuyera 150 copias de ese video fuera Luís Mendizábal, quien en tiempos de la administración de Álvaro Arzú estuviera ligado a la ‘oficinita’, una estructura paralela de la Presidencia que servía de enlace con el Ministerio Público y la inteligencia militar y a la que se le señalaba de anomalías”.
Tres grandes factores son objeto de reflexión: uno, que la declaración del abogado Rodrigo Rosenberg es genuina, en el sentido que él la hizo convencido de que efectivamente su vida estaba amenazada por decisión del presidente Colom y de su esposa y otros personajes. Si esto a él le constaba o si lo suponía o infería, es algo que no queda claro.
Lo segundo es que, una cosa es la declaración de Rodrigo Rosenberg, y otra la explotación que de ese hecho pudieron hacer personas o estructuras que conocían la situación; quizá Rodrigo Rosenberg pensó que con su declaración garantizaba su vida, y tal vez lo que ocurrió fue que firmó su sentencia de muerte.
Lo último, y no por ello menos importante, lo que talvez más dudas genera es que, por mala que sea la opinión sobre la actual Administración, y en particular sobre el Presidente de la República, no hay ningún antecedente que permita vislumbrarlo como un asesino.
Pase lo que pase – como ya quedó dicho – el principal y seguro perdedor en todo esto es el país. La gobernabilidad está en su punto más bajo y muy difícilmente podrá ser restaurada, incluso a los bajos niveles en los que ya se encontraba. La pérdida incluye, por supuesto, el asesinato de una persona honorable, indefensa, como producto de una conspiración que, sea cual fuere, no puede tener sino fines espurios. Guatemala sigue atrapada en la vorágine de muerte que la impunidad y el crimen organizado alimentan sin cesar.
sábado, 16 de mayo de 2009
para reflexionar
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